Narcio
Bentos era una persona que cargaba no con una, sino con varias cruces sobre su
espalda, tanto que hacía que la tierra cediera levemente bajo sus pasos. Quizás
era eso o sus más de cien kilogramos de peso. Era un hombre realmente grande y
su caballo, por más que era un animal robusto y fuerte parecía temblar cuando
se acercaba a montarlo.
A
ella le llamaban Morena por el color canela de su pelaje, aunque para Narcio
era simplemente una perra y así se refería a ella… perra para aquí, perra para
allá, haga esto, haga aquello, a la derecha, a la izquierda, cállese, échese,
traiga, órdenes que le daba cuando lo ayudaba con el ganado, ya fuera vacuno u
ovino o cuando también colaboraba con él en la caza de los armadillos
comestibles que frecuentemente constituían parte de la dieta carnívora de ambos.
Pero
sus funciones no solo consistían en ayudar en las tareas pastoriles y en la
caza, sino que también controlaba que en los alrededores de las construcciones
donde pernoctaban no aparecieran especies indeseables, como zorrillos, zorros,
jabalíes y otros animales más peligrosos como pumas y yaguaretés, que si bien
eran muy raros de encontrar, de aventurarse cerca de la casa debían ser
advertidos con ladridos de que allí no eran bienvenidos.
La
primera cruz que advirtió Morena sobre los hombros de Narcio fue el
alcoholismo. A ella no le resultaba extraño el olor a alcohol. Incluso el
hombre que había estado en el establecimiento antes de que llegara Narcio a
hacerse cargo del mismo solía beber, pero nunca había observado una
transformación tal en ningún hombre o animal y eso era lo que le sucedía, pues
el alcohol lo volvía brutal e insensible.
Cuando
Narcio llegó al establecimiento ella estaba preñada… y pocos días después tuvo
una hermosa camada de cachorros. Estaba totalmente alcoholizado cuando se
acercó por primera vez a donde estaban sus cachorritos. Ella movió la cola,
contenta de que el se interesara por los perritos y apenas gruñó cuando el tomó
uno y lo levantó… lo llevó afuera del galpón, lo tiró en el césped y de un
brutal golpe con el mango de su rebenque lo mató. Cuando fue a hacer lo mismo
con el segundo ella intentó morderlo, pero solo fue un intento y a partir de
ahí nunca mas interfirió con las maldades de aquel hombre. El “rebenque” tenía
un duro trozo de madera alargado o mango y luego, dos largas tiras de grueso
cuero apenas curtido, áspero y duro. Esa herramienta se utiliza para estimular
al caballo, o al ganado o también para defensa personal si es necesario. En
este caso sirvió para darle a la perra una paliza que no olvidaría jamás.
Apenas pudo huir a los árboles, donde comenzaba el bosque y desde allí observó
como el hombre le mataba todos sus hijos.
Luego,
consumada la masacre le gritó, con una botella en la mano…
-¡Aquí
hay lugar solo para nosotros dos! ¡No quiero más perros! ¿Está claro?
Morena
no regresó en dos días. Cuando regresó el hombre no le dijo nada. Ya había enterrado
a los cachorros y le había puesto comida en un recipiente de plástico viejo.
Comió, desconfiada y esperando un ataque, pero nada sucedió.
Los
días que siguieron transcurrieron con la acostumbrada normalidad.
Ella
ayudaba al hombre con sus tareas campestres, este le daba comida si todavía no
estaba alcoholizado a la hora de preocuparse por la perra y así pasaba el
tiempo.
El
trabajo en ese establecimiento no era fácil. Allí se mezclaban las tareas
pastoriles -pues había vacunos y ovejas distribuidas en toda la superficie-,
con las tareas forestales, pues casi las tres cuartas partes de la superficie
total –unas tres mil hectáreas- estaba cubierta de bosques. El silvopastoreo,
como así se le llama, consiste precisamente en la combinación de ambas
producciones. La mayoría de las especies forestales en su edad adulta sofocan el
tapiz herbáceo, pero hasta determinado momento del crecimiento muchas permiten
el crecimiento de pasturas bajo su dosel. Incluso puede pasar que dentro del
bosque adulto se encuentran pastos y otros alimentos vegetales aptos para el
consumo del ganado, que encuentra entonces comida a la sombra de los
árboles. El bosque además, al disminuir las diferencias de temperatura –menos
calor en el verano y menos frío en el invierno- hace que el ganado encuentre
refugio allí y que el balance económico de este efecto protector sea claramente
positivo.
Pero
para alguien que tiene que transitar diariamente a caballo en el bosque, para
cuidar la sanidad del ganado, vigilar que no haya ningún animal herido o
enfermo, que ninguna de las pequeñas crías –más sensibles a heridas y
predadores- tengan inconvenientes, reunirlos y conducirlos a los corrales, para
vacunarlos y para su recuento, el bosque era algo que complicaba todo. Los
golpes con ramas, la baja visibilidad, lo accidentado de los desplazamientos a
caballo, hacían que el bosque fuera, por lo menos, un lugar muy poco agradable
para trabajar. Quizás a medida que se practicaban algunas operaciones de las
que se denominaba manejo, tales como podas –eliminación de ramas secas y verdes
de los árboles hasta determinada altura-, o raleos, aclareos o entresacas –que
consiste en la corta o tala de cierto porcentaje de los árboles del bosque para
beneficiar el crecimiento de los restantes- la visibilidad dentro de los
árboles aumentaba en mucho y por ende mejoraban las condiciones para trabajar
con ganado, pero nunca era lo mismo que las llanas praderas en donde la vista
se extendía hasta el horizonte y una cabeza de ganado podía verse, en terreno
plano, desde kilómetros de distancia.
En
eso podría ir pensando Narcio que montado a caballo, zigzagueaba entre los
árboles lentamente, con un crujido constante de hojas y ramas secas… pero no
pensaba en eso.
-El
alcohol me va a matar…-se decía-Tengo que parar porque sino no sé en qué
termino…Bueno, ya sé, como el Flaco Mouriño, con el hígado hecho pedazos o como
Beto o como Alonzo o como… ¿Cuántos habían quedado por el camino, en esa
carrera de borracheras, bares y alcoholizadas noches?-
Lo
que más lamentaba eran las cosas que hacía cuando estaba bajo la influencia del
alcohol. Había muchos tipos de borrachos y muchos tipos de borrachera y él era
de los que ya no necesitaban demasiado alcohol para salirse de sus cabales… y
se ponía muy violento. Esto le había traído problemas desde siempre y
seguramente por eso su mujer se había ido con otro, cansada de las frecuentes
golpizas, aburrida de soportar su mal carácter, dejándolo solo y mas amargado
que antes. Y Eloísa, la novia que se había conseguido en el pueblo, no sabía
cuánto tiempo más lo iba a soportar… no se estaba portando bien con ella.
Narcio
no era mala persona, no mientras estuviera sobrio… al contrario. Cuando estaba
sin beber parecía que quería compensar todo lo que hacía mal cuando bebía. El
problema era que casi siempre estaba bajo la influencia del alcohol. No pasaba un
día entero sin beber. Y cuando bebía se transformaba, realmente, como el
científico en una película que había visto una vez, que era humano a veces y
monstruo otras, con la salvedad de que esto sucedía en la realidad y que además
cada vez era peor…si se comportaba como una persona ejemplar sobrio era capaz
de cualquier acto malvado cuando estaba alcoholizado. Típico de Dos Ríos,
dirían algunos, si eres bueno, más bueno serás, si eres malo, seguramente te convertirás
en un monstruo…y él presentaba las dos caras…
Morena
sufría mucho esa doble cara de su dueño. A medida que empeoraba se ensañaba con
ella de una forma que solo una fiel criatura como aquella podía soportar. La
golpeaba por cualquier motivo -tanto que aprendió a mantenerse a prudencial
distancia de sus botas de montar durante todo el día-, la insultaba
constantemente y peor aún si no lograba arrear el ganado de la forma que el lo
deseaba o si ladraba a destiempo o si le parecía a el que había incurrido en
alguna falta, verdadera o no. No siempre la alimentaba y muy pocas veces le
daba agua, aunque ese no era mayor problema para el animal que se autoabastecía
de comida y agua en los alrededores. Pero el castigo que sin duda más
disfrutaba el hombre –y que hacía rechinar los dientes a la perra- era cuando
Morena tenía cría. Cuando entraba en celo aparecían perros de muy lejos a
aparearse con ella y obviamente quedaba encinta y cumplido el tiempo de
gestación daba a luz… Y sistemáticamente le mataba los cachorros, uno a uno y
frente a ella, ante su aparente pasividad.
Pero
había algo en ella que se estaba rebelando contra ese monstruo, que le impedía
disfrutar del placer de ser madre, por lo menos una vez… ¡Qué feliz hubiera
sido si le hubiera dejado con vida aunque fuera uno de sus cachorritos! ¡Con uno,
uno apenas, hubiera quedado en paz con ella y ella en paz consigo misma! Pero
no. El hombre era inflexible en esa, su mayor maldad. Disfrutaba más de ello
porque sabía que nadie podía reclamarle nada… ¿quién lo haría? Porque incluso
si lastimaba a una cabeza de ganado o a alguno de sus caballos alguien podría
ver las heridas e increparlo, pero podía hacer con los cachorros de su Morena
lo que quisiera… nadie le diría nada.
Morena,
sin entender, parecía creer que el era mas fuerte, mas cruel y además humano y
que por eso seguramente tenía razón… Pero luego de que le matara las siguientes
tres camadas se despertó en ella la chispa que terminó por encender el
combustible que el propio hombre había dispuesto.
No
podrá saberse si sucedió porque en Dos Ríos los equilibrios tienen formas
extrañas de mantenerse, o si los poderes de allí estaban cansados de tanta
gratuita crueldad o si simplemente fue la natural reacción de una madre
cruelmente torturada, pero lo que en la perra antes era alegría y vitalidad, se
tornaron en antipatía y una gris forma de desplazarse por el campo y por los
días… Apenas ladraba, lo indispensable… apenas comía, lo necesario… sus ojos se
inyectaron de sangre y su mayor tarea fue contemplar al enorme humano que
ocupaba siempre su campo de visión. Sus idas y venidas, su rebenque, su enorme
cuchillo cruzado en la cintura, sus olores y sus cruces… Una idea, un plan, se
fue forjando en esa nueva Morena y estaba decidida a esperar el momento de
ejecutarlo.
Fue
un domingo de tarde, ya casi de noche, cuando Narcio regresaba del pueblo en su
caballo, excepcionalmente ebrio… tanto que si no fuera porque el animal conocía
perfectamente su destino con seguridad no hubiera llegado hasta allí. El
caballo nunca entraba por el camino principal, el camino que utilizaban los
vehículos de cuatro ruedas… el tomaba un camino por dentro del bosque, que solo
él utilizaba. Por ese camino debían cruzarse algunos lugares en donde el
equilibrio del jinete se veía comprometido. Todo hubiera salido bien de todas
formas si Morena no hubiera estado apostada en el lugar más difícil de todos…
donde el caballo debía subir una barranca, y el jinete se inclinaba
naturalmente hacia atrás, momento en que debía apretar sus piernas y echarse
hacia delante para compensar el desnivel o eso es lo que hubiera hecho de estar
sobrio. Más cuando el caballo comenzó a subir la barranca, Morena simplemente
saltó ante el caballo, con un feroz ladrido, más de bestia salvaje que de
animal domesticado y éste pegó un respingo hacia atrás, asustado… casi cayó… el
que cayó fue Narcio, entre las cortas hierbas de la cañada. El golpe fue duro,
pero no mortal… ni siquiera llegó a romperse un hueso. Es más, podría haber
sido un golpe intrascendente y sin consecuencias si no fuera porque Morena
estaba allí para aprovecharlo.
Encontraron
a Narcio un par de días después. Tenía la garganta salvajemente desgarrada,
como si en ella se estuvieran cobrando viejas y cuantiosas deudas. Todos
pensaron que se había caído alcoholizado, lo que era cierto, y que una fiera de
las que raras veces aparecían en los bosques lo había matado, por más que no
había querido alimentarse de él, lo que también era cierto.
Cuando
llegó el nuevo encargado del campo, Morena lo observó atentamente, buscando
cruces sobre su espalda. No vio nada y sus dudas se disiparon cuando el hombre
fue a acariciarle la cabeza, hablándole con amabilidad.
Ahora,
a varios meses de su llegada y con sus heridas casi cicatrizadas, Morena tiene
dos de sus perritos con ella, lo que la hace el animal más feliz de Dos Ríos.
FIN
muy bueno, como siempre.
ResponderEliminarGracias!!!Me encanta que te guste!Saludos!!!
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